El diablo está en los detalles

31 de October, 2024
El diablo está en los detalles

Para nadie es un secreto, ni pasa desapercibido, que el tráfico en nuestro país -ya no sólo la ciudad- es cada vez más caótico, más estresante, más complicado, más lento. Súmele el adjetivo que quiera, seguro todos pensamos igual. Inevitable vivirlo a diario.

Y si uno es un poco observador, sólo un poco, notará que buena parte del problema somos los conductores. El piloto de bus que hace una parada donde le da la gana, el motorista que circula entre carriles causando a veces daños materiales a los automóviles, vehículos que giran donde no deben, bloquean intersecciones o se saltan altos y otras señales. A eso debemos agregar la poca o nula cortesía y consideración hacia otros automovilistas.

Creo que son signos de una sociedad “ensimismada”, donde cada uno piensa en sí mismo y no en los demás. Mi tiempo es más importante y más valioso, mi vía y mi paso son prioritarios, la seguridad vial del resto está por debajo de mi prisa. El resto que se aguante.

Diariamente somos testigos de infinidad de violaciones al reglamento de tránsito y ya no nos inmutamos; a lo mejor nosotros mismos hemos desatendido las reglas con mayor o menor frecuencia. Y, creo, eso contribuye a un treinta o cuarenta por ciento del caos vehicular que sufrimos.

Y hago una extrapolación a la situación en general de nuestro país y del mundo entero y creo que es similar: el descuido o violación de pequeñas reglas, escritas o no, de nuestra vida en sociedad, son la razón del panorama algo sombrío que vemos. Guerra, hambre, pobreza, injusticia son reflejo de que algo no está bien.

Quizás es porque hemos olvidado el ser diligentes en las pequeñas cosas que hacen la vida más fácil a propios y extraños. En clave de tráfico, es respetar la señal de alto, aunque nadie me vea, no girar en U donde no corresponde, ceder el paso a quien también está en el mismo tráfico, respetar los límites de velocidad, aunque no haya cámaras. Más allá del tránsito, respetar a la autoridad, hacer una cola pacientemente como el resto; si tengo empleados, pagarles cabal y puntualmente; si soy empleado, trabajar con intensidad por el sueldo que me pagan.

En fin, soy pequeñas acciones que requieren mucho esfuerzo. Pero si todos así lo hiciéramos, seguro nuestra sociedad sería muy diferente, sería más armoniosa. Por eso, el diablo está en los detalles: no esperemos a hacer grandes cosas como héroe de película; es más heroico perseverar en las cosas menores, en silencio y sin luces ni alta voces. Pero la diferencia será inmensa, aunque seamos sólo unos pocos quienes así nos comportemos.

Grano no hace granero, pero ayuda al compañero.

Carlos Llarena