Exceso de pasado, exceso de futuro, exceso de presente

14 de November, 2024
Exceso de pasado, exceso de futuro, exceso de presente

Como he insistido en otras ocasiones, la vida es demasiado corta y valiosa como para desperdiciarla con ir pasándola o “sobreviviendo”. Me he referido, también, a que esta vida no se termina con la muerte, sino simplemente cambia de estado, uno en el que habremos de vivir eternamente. La pista la encontramos en nuestra necesidad de trascendencia, nuestra búsqueda de dejar algún legado que permanezca más allá de nuestra vida material. El tema da para mucho más, pero basta lo apuntado.

Siendo un tema tan serio, nuestro enfoque debe de ser más bien simple -menos, es más-: hay que disfrutar el camino porque este es emocionante, debe ser divertido, hay que vivir cada día como si fuera el último. Los obstáculos nos deben motivar y no detener, los pequeños fracasos deben ser lecciones y no lastres, la alegría debe ser la norma y no la excepción.

Hay que aprender a ver en su justa dimensión el pasado, que cuando es excesivo se convierte en depresión; el futuro, que cuando es excesivo se convierte en ansiedad; y el presente, que cuando es excesivo se convierte en estrés. Vivir intensamente no es vivir en exceso, es entender que cada minuto que tenemos es valiosísimo porque, al pasar, no volverá nunca más.

Todo lo que hacemos tiene un costo en tiempo, si lo malgastamos no lo podemos recuperar. Por eso, al ver hacia atrás lo que nos atormenta es el tiempo perdido y cuando vemos hacia adelante nos puede preocupar que no tengamos suficiente tiempo para alcanzar nuestros objetivos. Sin priorizar las cosas más importantes, el presente puede ser un suplicio porque no podemos hacer todo a la vez.

Repito también lo que ya he escrito otras veces, hay que vivir el hoy y el ahora. Por el pasado no podemos hacer nada y el futuro depende del ahora. Se viene una época especial, las fiestas navideñas. Podemos invertir el tiempo en ruido, fiesta y desenfreno, o bien, invertirlo en hacer pasar a los demás un mejor rato. Lo segundo siempre nos llena más, creo que todos lo hemos comprobado más de una vez. Aprovechemos, pues el tiempo, no sea que al final del camino lamentemos no tenerlo más. El tiempo perdido, reza el refrán, hasta los santos lo lloran.

Carlos Llarena